Ingobernabilidad o vacío institucional- Por Santiago Roque Alonso

Ingobernabilidad o vacío institucional – Por Santiago Roque Alonso Publicado en Patria Argentina el 13 de setiembre de 2012, Nº 291, Pág. 5.

La extrema debilidad institucional
La presidente Cristina Kirchner, por imperio de las circunstancias y la nulidad de las oposiciones ocupa todo el escenario del poder, sin ninguna alternativa de recam-bio.
Cristina Kirchner es el único poder, todos los demás son chirolitas o charlatanes que satelizan alrededor suyo pero sin ningún peso específico. En consecuencia, la posición de Cristina Kirchner es de una gran fortaleza, pero a la vez es la más débil desde el punto de vista institucional, porque no tiene reemplazo.
Si ella se va o cae, desaparece instantáneamente el llamado “Modelo K”. Está situación provocará inexorablemente un vacío institucional extremadamente peligroso. La cuestión está en saber por un lado cómo y cuán rápido se lo llena, si hay liderazgos genuinos, reconocidos y aceptados y, por el otro, si éstos cuentan con una estructura que se pueda hacer cargo rápidamente del poder. Cualquier demora, cuestionamiento importante o ausencia de estructura conducirá al país al caos y a la anarquía, hechos que larvadamente ya son una realidad casi cotidiana.
Si la mayor responsabilidad de la profundización de nuestra “decadencia” y con-secuente descomposición y disolución social – que indefectiblemente conducirán a la desintegración territorial – recae sobre el gobierno Kirchner, la responsabilidad de la oposición no es mucho menor, porque no han producido ningún hecho o pronuncia-miento que la despegue de su calidad de “cómplice activo” del desastre nacional que se avecina. Por estas razones resulta impensable que la llamada “oposición” – que es parte del problema – pueda ser o aportar la solución
Pero he aquí lo paradójico. Desde el triunfo electoral de Cristina Kirchner, en oc-tubre pasado, se ha desatado una campaña que ha ido aumentando en intensidad, hasta generarse entre algunos sectores un peligroso clima de odio y de intolerancia, desti-nado a denigrar, denostar, menoscabar, etc.,  el gobierno Kirchner y sus instrumentos y modos autoritarios, arbitrarios y descomedidos de ejercer el poder. No le faltan fun-damentos y buenas razones a quienes están empeñados en tan cerril oposición, y el gobierno ha sido el primer responsable en proporcionar combustible para el incendio que unos y otros se proponen. La respuesta de que venga cualquiera con tal de que se vayan y el deseo de no verles más la cara, no sólo es irracional, sino altamente incon-veniente por lo primario del planteo, porque no se está pensando en las gravísimas consecuencias que ello podría acarrear al destino nacional.

Las usinas de oposiciones anónimas
Lo extraño de esta situación y no es porque precisamente Patria Argentina se haya convertido al “kirchnerismo” – fuimos los primeros (septiembre de 2003) en marcar nuestras profundas diferencias y en señalar la impostura que representaban los Kirchner, mientras la mayoría de los que hoy se definen como opositores intolerantes se hacían los distraídos y alentaban esperanzas – reside en que no es en la “oposición visible y legal” donde se origina la insidiosa campaña antikirchnerista de estos días, sino en usinas anónimas y clandestinas cuyas titularidades no son identificables pú-blicamente, aunque resulte obvio la participación indirecta de algunos medios y gru-pos de comunicación que antes fueron ex socios de los hoy aborrecidos. Es así como se programan y convocan a protestas multitudinarias en todo el país y nadie sabe quién lo hace, para qué y qué piensan hacer con el país cuando el gobierno Kirchner sea de-rrocado. Todo indicaría que tienen el mismo olor de las “revoluciones de color” en la ex URSS o de la “primavera árabe” en Medio Oriente, que es lo mismo decir: olor a servicios de inteligencia extranjeros.
Pero el punto está en encontrar una respuesta sensata a las siguientes preguntas elementales: ¿Quién son los nuevos líderes y qué estructura reemplazará al autorita-rismo de Cristina Kirchner y del kirchnerismo? ¿Qué estructura tienen para ocupar el aparato del Estado? ¿Cómo y con qué recursos van a reemplazar las cuantiosas dádi-vas y subsidios con que el kirchnerismo mantiene aceitado su aparato de apoyo? ¿Si hubiera una rebelión abierta o larvada de esos sectores hoy beneficiados por el gobier-no, con qué medios e instrumentos pondrán restablecer el orden?
Seguramente muchos responderán que se llamará a elecciones. Pero a esta altura del partido todos deberíamos saber que la ficción o farsa electoral es un mero trámite mecánico y formal. Nada serio ni importante se decide en la elección. Los “partidos” y la “partidocracia” desde hace décadas están en disolución y no representan a nadie, sino a los intereses personales del estrecho círculo de los miembros dirigentes de cada uno de esos “clubes” o “asociaciones ilícitas” cuya única finalidad es la de armar ne-gociados a través del ejercicio de la función pública y de enriquecerse a costa de la rapiña del Estado, en cualquiera de sus niveles.
Acaso se pensó o se piensa, o algunos de los hoy “intolerantes opositores” acaso se pregunta:

- ¿Por qué fracasaron todos los “procesos o dictablandas militares”?
- ¿Por qué no sirvió Alfonsín, que debió “resignar” su cargo por ineptitud varios meses antes de lo legalmente establecido?
- ¿Por qué tampoco sirvió Menem que luego de una primavera fugaz por el “pri-mer mundo” dejó el país al borde del colapso económico-financiero, que le ex-plotó dos años después en las manos al pavote De La Rúa (que se tuvo que es-capar en el famoso helicóptero)?
- ¿Por qué más tarde Rodríguez Saá duró apenas una semana y debió huir a su provincia para renunciar desde allí?
- Y luego Duhalde ¿Por qué  también debió terminar el mandato antes de lo pre-visto?
- Finalmente, ¿Por qué tampoco sirvieron ni sirve la autocracia del matrimonio presidencial de Néstor y Cristina Kirchner?

Pareciera que nadie se pregunta ni trata de descubrir las causas del problema, sino que únicamente se limita irresponsablemente a denunciar los efectos o consecuencias ¿Dónde reside o cuál es el problema de nuestra continua inviabilidad institucional? Ninguno de estos, hoy, “iracundos e indignados  opositores” se pregunta e investiga ¿qué es lo que no funciona, si los hombres o el Sistema o Régimen de dominación ins-taurado? ¿No se han dado cuenta todavía que los sucesivos presidentes y sus respecti-vos gobiernos son cada vez peores, en comparación a los que los precedieron? Enton-ces, ¿qué garantías dan de que el reemplazo o sustitución del kirchnerismo “ahora” va a funcionar?

El verdadero problema argentino
El problema argentino no reside en si el “kirchnerismo” se va o se queda en el poder, sino en el Sistema o Régimen de dominación, expoliación y esclavitud que nos ha sido impuesto bajo la máscara de la democracia, de los derechos humanos y de una retórica falsamente “progresista”.
El que describió magistralmente esa situación – en 1999, previo a la elección pre-sidencial de ese año – situación que sistemáticamente se repite cada cuatro años, fue el inefable Dr. Mariano. Grondona cuando definió: “En octubre no votaremos por un programa: hay uno solo en vista. No elegiremos un profeta, sino un gerente… De La Rúa y Duhalde tienen cuatro meses para obtener el nombramiento gerencial» (La Nación; 13 de junio de 1999; Pág. 19). Tiene razón Grondona, la Argentina no tiene Presidentes, sino “gerentes” que administran en nombre de los verdaderos propieta-rios, a los cuales los argentinos desconocemos olímpicamente, debido a que estamos obligados a practicar la ficción democrática.
Meses más tarde el ex presidente Duhalde confirmó los dichos de Grondona: “El país no avanza porque ‘hay una dirigencia de mierda, para hablar claro’”. Agregó, además: “Naturalmente me quiero incluir en esa dirigencia, es de una mediocridad absoluta…”. E incluyó en esa calificación “no sólo a los políticos, sino a los sectores empresariales y sindicales” (La Nación, 12 de noviembre de 2000).
En el ejemplar anterior hemos mencionado resumidamente las debilidades y ca-rencias, sobre las que nos hemos explayado en oportunidades previas. Es necesario volver al texto referido para recordarlas. Es una  fotografía que representa la aguda enfermedad moral, espiritual y social Argentina, que nadie quiere mirar y se niega a advertir.
De ahí, una vez más es necesario señalar, que el problema no está en los hombres sino en las instituciones que los rigen, que no son aptas para su forma de ser e idio-sincrasia. Y para que no haya dudas vuelvo a repetir, como lo hago cada tanto, lo que ya diagnosticara el General San Martin en una carta dirigida a Vicente López, el 12 de mayo de 1830:
“… se nota en veinte años de no interrumpidas agitaciones, sea el efecto de una impulsión moral que los arrastra, sino, al contrario, que la causa o el agente que los dirige no pende tanto de los hombres como de las instituciones – en una palabra- las cuales no ofrecen a los gobiernos las garantías necesarias – me explicaré- que no están en armonía con sus necesidades”.
“…el conocimiento exacto que tengo de la América, me dice que un Washington o un Franklin que se pusiesen a la cabeza de nuestros gobiernos, no tendrían mejor suceso que el de los demás hombres que han mandado, es decir, desacreditarse em-peorando el mal – repito no son los hombres – no en los hombres es de donde debe esperarse el término de nuestros males, el mal está en las instituciones, y sí sólo en las instituciones.”
En una sociedad tremendamente enferma, amenazada por el virus del “caos nihi-lista” y de la “guerra social” (como fue descrito en el ejemplar anterior) o “sindiodis-ta” como lo define Hugo Wast en su profética novela “666”, escrita en 1941, cuando al referirse a Rusia – en el tiempo en que transcurre su narración (1995) – anuncia que el “comunismo desapareció, desplazado por el sindiosismo, que sabía que el verda-dero fondo de toda gran revolución es una pasión religiosa”, es preciso insistir en el desarrollo de una alternativa posible: el de las “redes sociales naturales estructura-das”, expuesta en  el viejo libro la “Doctrina de acción contrarrevolucionaria”, del Cnl P. Chateau-Jobert, algunos de cuyos conceptos y comentarios se reprodujeron en las dos entregas previas.

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2 respuestas a Ingobernabilidad o vacío institucional- Por Santiago Roque Alonso

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